La realidad que te rodea puede ser maravillosa en este momento, pero podrías llegar a estropearla con los prejuicios y preconcepciones que viajan y dialogan en tu mente mientras disfrutas del paisaje.
Vamos a analizar cómo podrías bajar ese bullicio mental, y poder disfrutar más de tu realidad.
Bullicio mental y cómo lo puedes reducir.
Tu diálogo interno aparece en la infancia. Comienzas por fijarte en cómo hablan tus padres, luego repites esta acción hablando con tus juguetes, hablando contigo mismo en voz alta, repitiendo frases, repitiendo gestos que acompañan esas frases. Sin embargo, poco a poco te das cuenta que no está bien visto hablarte a ti mismo en voz alta, por lo que no queda otra que llevar todos esos pensamientos, preguntas, exclamaciones (que se vinculan a lo que ves, vives y vas sintiendo) hacia tu mundo interno.
Este proceso te preparó progresivamente hasta llegar al pensamiento adulto, pero pasa a veces que no logras detener estos pensamientos, y pueden llegar a convertirse en un “bullicio mental”, un monólogo interno permanente, un debate continuo que impide ordenar con claridad las ideas, y termina agotándote.
La mente es una herramienta magnífica para definir objetivos y reflexionar sobre ellos. Se encarga nada menos, entre otras muchas funciones, de los procesos de comprensión, aprendizaje, creatividad, imaginación, clasificación, razonamiento, comportamiento, percepción y actitud.
Los pensamientos son productos de la mente y surgen influidos por la percepción que tenemos de las cosas, las situaciones y las personas en un momento determinado. La educación, la cultura, las creencias religiosas, desempeñan un papel importante en los puntos de vista, en los hábitos y, con ello, en la manera de afrontar cada experiencia. Es un buen ejercicio pensar en aquellas ideas que surgen a partir de cómo piensa tu familia, tus padres, abuelos, hermanos. Revisa la forma en que se han transmitido algunas ideas, y pregúntate si realmente estás de acuerdo con ellas o las repites porque así piensan todos.
Algunos autores consideran los pensamientos como voces de los demás; la voz interior podría ser un eco de las enseñanzas de los padres y de los mensajes aprendidos, como si fueran reglas sociales.
Me preguntarás entonces: ¿Es posible gestionar una mente agitada y transformarla en otra más reposada y serena? Te respondo: desde mi punto de vista y experiencia, la respuesta es sí, si se puede gestionar la mente, ordenarla y silenciarla.
Te voy a mostrar 5 estrategias para apaciguar tu bullicio mental:

1-Reduce los pensamientos repetitivos.
La experiencia muestra que algunos pensamientos suelen volver una y otra vez a la mente. Cuanto más tiempo y atención inviertas en ellos, más facilidad tienen para reaparecer y más difícil te va a ser la creación de enlaces mentales nuevos que ofrezcan una manera alternativa de gestionar las experiencias cotidianas.
Si cada pensamiento está vinculado a un tipo de emoción, puede que repitas patrones psicoemocionales, lo que va a dificultar la toma de conciencia y la transformación de aquellos que no te benefician.
Para que seas más consciente del ruido mental personal, observa tu mente e intenta estar alerta cuando escuches frases como las que te muestro ahora:
«No puedo con esto, me saca de quicio»
«Qué mundo más complicado, todo es difícil de lograr»
«Termino estresado constantemente»
Tomarte la molestia de escribirlas hará que el ejercicio sea más eficaz. Antes de cualquier cambio que desees alcanzar, es imprescindible conocer el punto de partida; es decir, el tipo de mentalidad que se ha creado, conscientemente o no.
Observa si tienes pensamientos repetitivos que puedan estar sembrando las semillas de una actitud obsesiva, hiperactiva, explosiva, controladora, pesimista…
Observa si a su vez, experimentas a menudo emociones como rabia, frustración, impaciencia, agobio, nerviosismo, aceleración…
La toma de conciencia de tu situación, y la autoobservación es lo que permitirá avanzar hacia el equilibrio.

2-Estate atento a tu estado de ánimo.
En este sentido, te invito a observar tu estado de ánimo predominante durante el día. ¿Te sientes nervioso, triste, perdido o enfadado? Cuando esto suceda, identifica en qué estás pensando y en qué parte del cuerpo lo sientes.
¿En el estómago, en el pecho, la cabeza, la espalda, las piernas…?
De qué forma lo sientes
¿Apretón, dolor, frío, contracción…?
También te puede dar mucha información observar y sentir el tipo de respiración que acompaña a un pensamiento repetitivo:
¿Es corta, afloja, acelera, tensa, detiene?
Que identifiques la calidad respiratoria influenciada por una creencia, que a su vez está vinculada a una emoción, te otorgará conciencia corporal, respiratoria y psicoemocional. Justo lo necesario antes de plantearte una transformación.
Hay que tener en cuenta que la ayuda de un profesional puede ser muy útil en todos los casos, tanto en los que resulte especialmente difícil la autoobservación y la toma de conciencia como para ampliar la perspectiva y tomar otros puntos de referencia que puedan ser de utilidad.

3-Ahonda en la escucha activa.
Cuando un niño no se siente escuchado, grita. Si una parte de ti no se siente atendida, la mente y el cuerpo pueden llegar a repetir su mensaje obsesivamente hasta que reparamos en ellos y logremos escucharnos…siempre el cuerpo nos está hablando y si hay un mensaje repetitivo que nos causa inquietud, para, escucha y mira qué está sucediendo.
Te recomiendo escuchar atentamente tus pensamientos, es preferible evitar una respuesta inmediata e impulsiva, y tomarse un tiempo para reflexionar si realmente este pensamiento está basado en una evidencia indiscutible, o bien es básicamente una opinión que depende de un punto de vista del momento, basado en preconceptos a los que podrías dar una vuelta y revisar.
Es factible considerar los pensamientos como una elección, una invitación o una sugerencia en la que podemos sumergirnos o que podemos rechazar. Cada pensamiento conlleva una emoción y con ello una manera particular de vivir la realidad.
Los pensamientos, ideas, nociones, opiniones, razonamientos, argumentos, juicios, conceptos, planos, proyectos y propósitos no son más que fenómenos que dependen de factores:
-Interiores (pueden influir cuestiones hormonales, la cantidad y la calidad del sueño de la noche anterior).
-Exteriores (personas con las que nos relacionamos, mensajes recibidos por la propaganda, el consumo de televisión, los mensajes sociales que recibimos desde pequeños…).
Esto significa que ningún pensamiento es enteramente «nuestro», pues está compuesto de influencias de todo tipo. En vez de creer cada pensamiento y alimentarlo, podemos cuestionar su origen y estudiar su influencia y relevancia para nuestra búsqueda vital.
Te propongo escucharte con atención, es decir, darte cuenta de cuándo emerge un pensamiento, una emoción, una idea o una proyección mental, o varios a la vez.
Escuchar el mensaje, su influencia corporal y respiratoria, permitirá que no sea necesario subir su volumen e intensidad en busca de nuestra atención y no nos perturbará más de lo necesario.
Pero ten en cuenta que escuchar no significa intervenir, manipular, controlar ni gestionar. Escuchar es permitir que la mente exprese libremente sus creencias, alegrías y miedos, sin juzgarlos.
Una vez que eres capaz de tomar consciencia de las voces internas, podrás darte cuenta que estos pensamientos no son más que un susurro de lo que pasa en tu mente. Aprender a dialogar con estas voces, sean creencias o miedos, genera una comunicación íntima y sincera, y mucha paz.
Después de analizar estos pensamientos, llega el momento de tomar la iniciativa, tomar decisiones acerca de ellos y su influencia, de modo que seas tú quien lidere el diálogo y puedas poner en marcha acciones que te den tranquilidad y amplitud de mente.

4-Elige liberarte.
Cuando el ruido mental se vuelve tan alto e insoportable que uno puede llegar a creer que la paz es un sueño inalcanzable, el entrenamiento mental me parece una alternativa muy acertada.
Como todo entrenamiento, requiere de práctica constante y regular, es lo que precisas para alcanzar cualquier meta.
Si tu meta es disminuir tu ruido mental y estar más centrado, te invito a que reduzcas las fuentes de ruido externo y busques espacios donde el silencio y la tranquilidad estén más presentes. Asimismo, evita tener el móvil o la televisión encendidos constantemente y disminuye la velocidad con que realizas las tareas diarias, priorizando algunas sobre otras.
Si observamos atentamente, nos daremos cuenta de que podemos aprender a ser más eficientes o a eliminar compromisos para reducir la dedicación a «hacer cosas», de modo que el tiempo de que disponemos sea de mayor calidad. No siempre es necesario estar haciendo para el mundo exterior. En estos tiempos, es necesario priorizar y buscar espacios de contacto íntimo, de silencio y calma.
Si conseguimos reducir la velocidad y el número de ocupaciones, a nuestra mente le resultará mucho más fácil desenvolverse con calma.

5-Utiliza la Respiración Consciente como apoyo.
La escucha activa de la respiración es una práctica sutil y permite ir un paso más allá. Consiste en acompañar la respiración con la atención, la consciencia.
Inhalo, sé que estoy tomando el aire desde fuera y lo llevo hacia el estómago, a diferencia de cuando respiramos habitualmente, el aire que tomo llega hasta el estómago, siento cómo se expanden la panza, mis costillas y luego exhalo. Tomo consciencia que estoy exhalando y permito que todo el aire salga lentamente desde el estómago. Desinflo el estómago, dándome cuenta de cómo se contrae la zona abdominal, tengo la sensación de que sale de mi, aquello que no es necesario, solo se queda lo que mi cuerpo precisa. Esta simple pero eficaz actividad, te llevará a calmar la mente y su actividad compulsiva. Se trata de una práctica muy eficaz para mejorar la concentración, la sensación de calma y paz.
Aquí no necesitas poner palabras a lo que va pasando, sino concentrarte en tu cuerpo y en cómo se va oxigenando de manera serena, cada respiración es un ir y venir hacia ti, hacia la calma.
En esta práctica nuestra herramienta es la consciencia en sí. Las frases que ayudan a mantener la consciencia enfocada («inhalo, exhalo» o literalmente contar las respiraciones) son un instrumento inicial para agudizar la concentración.
Una vez que se tiene suficiente experiencia, pueden dejar de usarse las palabras ya que la concentración se enfoca solo en la respiración. Esta concentración despierta la mente y puede servir como base de entrenamiento para elegir en qué tipo de pensamientos queremos poner nuestra atención, o, en otras palabras: qué mensajes interiores queremos escuchar y qué volumen queremos darles. En el poder elegir está la libertad.
Espero que te haya gustado reflexionar cómo puedes decidir lo que pasa por tu mente. Todo esto, como he mencionado antes, es una práctica, un entrenamiento que, como en el deporte, cuanto más lo practiques, más posibilidad de obtener resultados tendrás.
Te mando un enorme abrazo.
Joseang.